Apoyado en un asiento de tren con dirección a casa, me pongo a pensar y razonar en todo aquello que ocurrió la última noche. Siempre me ha sucedido dar consejos a las personas. Consejos que en verdad son razonables, como por ejemplo ser rechazado o no correspondido, lo primero que se te viene a la mente es soltar frases como hay muchos pesces en el mar o cosas así, pero cuando llega el momento en el que tú debes ser al que deben aconsejar, te das cuenta que en verdad no es suficiente escuchar esas palabras alentadoras, tu corazón destrozado no razona con lógica, lo hace con el sentimiento, todas las emociones se unen y rechazan ese rechazo y siguen soñando en que tal vez una esperanza la hay, a pesar de que sabes que no la hay.
Uno de los versos de una de mis canciones dice me aferro a un sueño que solo fue sueño, y en verdad me doy cuenta que sólo fue así. Aunque mi lógica tenga la razón no dejaré que mi corazón se destruya por esta triste realidad.
Y en verdad no he escrito esto porque me siento tan dolido, aunque todo aquello que se puede percibir de estas palabras es el sufrimiento de una persona. Pero no. Lo que pretendía era contarlo, sacar este sentimiento que me agoviaba, bueno me sigue golpeando como patrón que lastima a su esclavo.
Sólo le daré tiempo al tiempo para que haga su trabajo, si el destino ha estado escrito es porque así es, y no lo puedo cambiar, aunque intentaré de cambiarlo.
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